No sólo la literatura, el cine o la pintura ofrecen ejemplos de cómo la belleza, el amor y la bondad convierten lo feo y lo siniestro del ser humano en inexplicable fuente de ternura y cariño. La ciencia también ayuda.
Sinatra y Ava Gadner, un ejemplo de desiguales
1. El cerebro, motor de los mecanismos de atracción. Si queremos una explicación científica para estas parejas, hay expertos que creen que los menos atractivos tienen que compensar sus limitaciones estéticas potenciando sus cualidades psicológicas. Mientras, otros afirman que nuestra parte animal, que sólo busca la reproducción, basa la elección de las parejas en la capacidad de éstas para perpetuar al especie, definiendo las demás preferencias sexuales como consideraciones sociales. En cualquier caso, son los sentidos los que generan la atracción sexual, que depende siempre de las resonancias en regiones del cerebro, como el hipotálamo, la más relevante de todas, que actúa como motor de las funciones instintivas, donde el amor y el sexo se incuban.
2. Estirpes hermosas y, a la vez, inteligentes. Las uniones de guapas esculturales y chicos deformes, pero inteligentísimos, captan al atención y crean un falso estereotipo, según indica Adolf Tobeña, catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, en su libro “El cerebro erótico”. Según el experto, el cliché efectivo lo nutren los socialmente bien situados y con buena pinta, siguiendo “la fuerte tendencia humana a soldar el atractivo físico con el ingenio y el poder”, señala. Así que, belleza física y talento social son bienes cotizadísimos y tienden a reunirse en todos los estamentos sociales, “hasta la solidísima tradición popular de redondear buenas parejas en las capas mayoritarias” afirma Tobeña.
3. Nunca hay que subestimar el atractivo de un feo. Los no tan agraciados son mejores parejas que los adonis. Así lo afirma un estudio del psicólogo James McNulty, de la Universidad de Tennesse, que concluye que las uniones entre guapas y feos funcionan mejor. En estos casos, ellos se esfuerzan por mantener el interés y la llama de la pasión para compensar, ya que creen tener más de lo que merecen.
4. La belleza, cuestión de proporcionalidad. El antropólogo y psicólogo Francis Galton estableció la teoría de la proporcionalidad de rasgos para establecer reglas objetivas sobre la belleza. Recortó y pegó fotos, creando rostros armoniosos que resultaban más bellos. El verdadero atractivo,confirmó, reside en las desviaciones mínimas, pero significativas, de las formas regulares del rostros.
5. No hay que dejarse llevar por las apariencias. Una ley de la funcionalidad de la densidad de los fluidos afirma que “tras un modelo repulsivo surge otro atractivo”. Con esta teoría justificamos,por ejemplo, el cuento del “Patito feo” o la dicotomía entre fealdad y belleza. “Magnificamos las buenas cualidades de quien amamos le otorgaos poderes casi místicos. Los transformamos y nos transformamos en su presencia”, afirma la psicoterapeuta Esther Perel en “Inteligencia Erótica”. El amor borra las imperfecciones, el deseo funciona con sus propias reglas,al erotismo le va bien lo original, las pasiones están llenas de contradicciones o a la lujuria les gustan las pequeñas transgresiones, repiten con frecuencia los expertos en relaciones.
6. Las animalidad está integrada en la condición humana. Los experimentos realizados desde los inicios del estudio de las regiones del placer en los mamíferos, hasta las actuales técnicas de escaneo cerebral humano demuestran que, hablando de pasión, tenemos mucho en común con los animales. Curiosamente, en el cerebro erótico hay grandes diferencias entre ambos sexos, que marcan las estrategias de tanteo, selección y preservación de las parejas sexuales. El atractivo masculino aumenta con la exhibición desinhibida de cualidades de mujeriego, un mecanismo animal del ser humano.
Prometemos seguir escribiendo sobre este tema… os dejamos estas pinceladas sobre el amor para ir abriendo boca…
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