Por Bill Weinberg
Según las autoridades, una poetisa bastante conocida en los círculos literarios de la ciudad occidental de Herat falleció tras recibir una brutal paliza a manos de su marido. Nadia Anjuman, de 25 años, murió a última hora del pasado 1 de noviembre, según informó el jefe de la Policía provincial Nisar Ahmad Paikar. "Hemos arrestado a su marido, acusado de asesinarla", Paikar declaró a AFP. La pareja tenía una hija de 6 meses. Anjuman, estudiante universitaria en Herat, había publicado su primer libro de poesía este año. Era conocida en Afganistán y en el país vecino de Irán.
Nadia Anjuman
Naciones Unidas ha condenado este asesinato. "La muerte de Nadia Anjuman, según las informaciones, es en efecto trágica y una gran pérdida para Afganistán", afirmó Adrian Edwards, portavoz de la ONU, en rueda de prensa. "Hay que llevar a cabo una investigación, y los responsables tendrán que comparecer ante el tribunal de justicia pertinente" (AFP a través de Pakistan Daily Times, 8 de noviembre; BBC, 6 de noviembre).
Esto es un indicativo de la persistente vulnerabilidad de las mujeres en Afganistán. Irónicamente, la provincia de Herat ha sido testigo de la elección de Fauzia Gailani, defensora de los derechos de las mujeres y monitora de fitness profesional, para el parlamento de Afganistán en una convulsa victoria. Sus pancartas electorales "vendidas en un mercado secundario lleno de hormonas", la llevaron al puesto más alto en las elecciones con casi 17.000 votos y eclipsaron a los poderosos aliados del antiguo gobernador de la provincia, el jefe militar Ismail Khan. Los resultados muestran que aunque las candidatas no obtuvieron más escaños que los 68 reservados para ellas de acuerdo con la constitución, muchas habrían sido elegidas incluso sin el sistema de cuotas (India Daily, 24 de octubre).
Gailani se compromete a formar el primer partido para las mujeres en Afganistán. "No se considera a las mujeres como seres humanos, sino como a objetos con los que se puede comerciar, vender o comprar", afirma. “No hay suficientes derechos para las mujeres en este país: no pueden estudiar, no pueden trabajar". Es especialmente contraria a los matrimonios entre menores de edad, algo común en Afganistán. "Yo tengo experiencia: me casé con 12 años y tuve a mi primer hijo con 13, y odiaba esa vida", explica (Sify, 5 de noviembre).
Los resultados también otorgaron un escaño en el nuevo parlamento a otra activista a favor de los derechos de las mujeres, Malalai Joya, de la provincia de Farah, que saltó a la fama cuando se atrevió a criticar a los temidos jefes militares en la Loya Jirga hace 2 años (y por ello recibió amenazas de muerte) (Middle East Times, 17 de octubre). (NOTA: algunos informes indicaron que Malalai Joya quedó sólo en segundo puesto en Farah.)
Incluso si la muerte de Anjuman tuviera más que ver con el hecho de ser mujer que con el de ser poetisa, hace poco descubrimos que ser escritor en Afganistán es una vocación bastante peligrosa, y lo mismo ocurre con la de editor.
Trad.: Laura Blanco Moro (Facultad de Traducción y Documentación, Universidad de Salamanca)
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