Delgadez Mórbida

 

Edurne Uriarte   

Me refiero a Angelina Jolie, protagonista de “El intercambio”, y a Anne Hathaway, co-protagonista (junto a Kate Hudson) de “Guerra de novias”. También vi “El lector”, con la fantástica Kate Winslet, de quien lo asombroso es que, a pesar de su cuerpo proporcionado, bello y saludable, seguramente una talla 40, es considerada una actriz “gordita” y se pasa el día justificando sus redondeces y lo que bastantes consideran sus “kilos de más”.
Me sorprende que hablemos de la obesidad mórbida y que nunca lo hagamos de la delgadez mórbida, de la delgadez que roza la enfermedad o que podría llevar a ella, la anorexia, en este caso, que era lo que me sugerían los aspectos de Angelina Jolie y de Anne Hathaway. Tan esqueléticas, tan consumidas, tan pálidas, tan brutalmente delgadas, que fui incapaz de concentrarme en sus papeles, en sus gestos, en sus movimientos, tal era mi asombro por la locura estética en la que el cine y el mundo del espectáculo han embarcado a tantas actrices. Sí, ya sé que esto no es nuevo, que hace muchos años que la delgadez mórbida es el modelo estético triunfador en la moda y cada vez más en el cine y en la televisión.
Pero lo que realmente renueva mi asombro es que esto ocurra ahora, en la era de la igualdad de las mujeres, cuando nosotras también definimos y elegimos los modelos estéticos. Cuando consumimos moda, cine, televisión. Lo que me lleva a preguntarme si es verdad que somos nosotras las que decidimos, si son las mujeres del cine, de la moda y de la televisión las que han optado por la delgadez mórbida. O si somos víctimas, como siempre lo fuimos, de unos cánones estéticos enloquecidos, desquiciados, martirizadores, o lo son los cuerpos atormentados de Anne Hathaway y de Angelina Jolie.

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